Washington – Millones de norteamericanos conocieron este año por primera vez la necesidad de recurrir a instituciones de solidaridad para comer, consecuencia del desempleo que subió en flecha debido al confinamiento decretado para mitigar la pandemia de Covid-19.
Aaron Crawford, de 37 años, es uno de los millones de ciudadanos de los Estados Unidos de América (EE.UU.) cuya vida fue completamente alterada por la pandemia. Este norteamericano buscaba empleo y la mujer esperaba por una cirugía cuando el SARS-CoV-2 comenzó a azotar el país.
Sin ahorros, la familia Crawford comenzó a acumular deudas. A la Associated Press (AP) expresaron la preocupación que comenzaron a sentir, una vez que tienen dos hijos, de 5 y 10 años, y las cajas de macarrón y queso que compraban en la “tienda del dólar” no eran, siquiera, una solución a corto plazo.
La única alternativa, en desespero, fue recurrir a instituciones de solidaridad, pero la decisión dejó a Aaron Crawford desconfortable.
Con todo, Aaron Crawford no es ejemplo único. El hambre ya azotaba a los EE.UU. mucho antes de la pandemia llegar al país.
Largas filas de automóviles, cuya extensión real apenas es visible con imágenes captadas por drones. Filas que dan la vuelta a cuarterones en ciudades como Nueva York. Quien espera en estas filas puede esperar horas hasta recibir las cajas o sacos de comida.
El escenario es así de una punta a otra del país. Después de recogida la comida es necessário racionalizar, porque la próxima ayuda, para muchos, podrá apenas llegar a inicio del próximo mes.